El Guanábano: antesala al final

Caracas Inaccesible

Angela Leon Cervera

El Guanábano. Al salir del colegio agarraba la camioneta de «anuncio amarillo» en la Avenida Francisco de Miranda y a partir de ese momento comenzaba el eterno trayecto desde Parque del Este hasta La Pastora.

Me gustaba más cuando tomaba la ruta de la camioneta de «anuncio morado», porque me dejaba en la esquina del zapatero y de ahí apenas tenía que caminar una cuadra para llegar a mi edificio, pero con la otra línea no me quedaba otra alternativa que pasar frente a la Esquina de Amadores, frente a la casa de Las Suárez y frente a la casa de Arturo Michelena.

Antes de que el conductor enfilara hacia la calle donde, antaño, el célebre médico venezolano José Gregorio Hernández perdiera la vida, tenía que atravesar el puente y la esquina de Guanábano. En aquel momento de mi adolescencia, sólo era un rancherío debajo de la avenida que conectaba la Baralt con la Cota 1000… Hoy sé mucho más que eso.

Cuentan los cronistas caraqueños que antes Guanábano era un barranco por donde pasaba el río Catuche, uno de los límites de la inicial Caracas que se trazó. Originalmente se construyó el Puente Carlos III, hacia finales del siglo XVIII, pero luego fue substituido por la estructura del ingeniero Muñoz Tébar, la misma que tembló justo el día de su inauguración.

Lo más pintoresco del Guanábano no es su nombre, es su puente y la gran cantidad de vidas que ha cobrado. Llamado hace muchos años «el revólver de los pobres» este puente era famoso en Caracas por la cantidad de desesperados que iban allá a quitarse la vida, arrojándose al vacío donde ahora hay un amontonado caserío.

Si espantan, no lo sé… Pero yo que soy supersticiosa te digo que no me sorprendería.