Ángela León Cervera

Ángela León Cervera Caracas Inaccesible

Pastoreña. Desde la ventana de mi apartamento se veía la cruz del Ávila todos los diciembres y durante la madrugada de aquellos días, el Caracazo se sintió con ímpetu y zozobra. La Guardia Nacional corría escaleras abajo por el Callejón Z, desde donde se veía la subida empinada que anunciaba la proximidad de la Esquina de Guanábano, allá en la parte alta de la Avenida Baralt, como quien va al Palacio de Justicia.

Estudié Letras en la Universidad Católica Andrés Bello y tras recorrer un par de años la línea dos del metro, agarrando mi vagón en la estación El Silencio, paseando frente a la fachada del Liceo Fermín Toro, como quien baja por la calle donde está La Casa del Espaguetti, me mudé a Montalbán.

La magia del centro se esfumó. La parada del San Ruperto en Capitolio, el carrito que subía hasta Puerta de Caracas, el Mercado de La Pastora, vivir a cuadras de Santa Capilla y bajar a la esquina de Gradillas a comprar cualquier cosa en las librerías aledañas a la Plaza Bolívar. Me despojaron de mi centro; transitado, anárquico centro.

Una vez obtenida mi licenciatura experimenté un par de semestres en la institución Pro Diseño, cuya mosca como imagen aún recuerda (ahora más que nunca) los agites del Barrio Chapellín. Luego me integré al Instituto de Diseño de Caracas, donde conseguí el título de ilustradora.

Actualmente soy guionista y formo parte del maravilloso equipo de La Fiesta de Fullchola, en el circuito FM Center. A veces me armo de valor y salgo a las calles de mi Caracas a fotografiarla, y me quedo pensando en lo que hubiese sido ese Plan Rotival, y me da por imaginarme a los edificios de los años 50 de Chacao, Altamira y Bello Monte sin esas rejas que ahora protegen a los inquilinos de la inseguridad desatada; y me da por soñar cómo habrían sido los paisajes del Paraíso para que hubiesen bautizado a la urbanización con ese nombre.

Nací demasiado tarde para vivirlo, pero a tiempo para descubrirlo.