Galipán: las flores, de Pacheco la tradición

Caracas Inaccesible

Ángela León Cervera

Galipán. Dicen los cronistas que el nombre le viene de un cacique Caribe, los primeros moradores y custodios de las tierras vírgenes del gran benefactor de Caracas, ese nuestro majestuoso cerro el Ávila.

Un asentamiento de españoles dio vida al poblado rural, subiendo desde La Guaira por el conocido Camino Real, que no debemos confundir con el Camino de los Españoles, que se conecta con los linderos de Puerta Caracas, allá en la parte más alta de La Pastora, donde las empinadas subidas te hacían sentir un vértigo tremendo al pensar que aquellos autobuses traqueteantes no podrían con semejante cuesta.

La magia del sistema de teleférico inaugurado durante el mandato de Pérez Jiménez cayó en el olvido durante la década de los 70 y hoy en día, en las inmediaciones de Galipán, sólo queda del tramo que conectaba la parte alta del Ávila con La Guaira y Macuto, un cementerio de funiculares.

Galipán. Una muestra de su gente y de su trabajo llega con sus flores, que adornan con gracia y frescura los mercados municipales. De este mismo oficio de floristero nace la leyenda de Pacheco, el personaje que anunciaba, con su llegada a la Plaza Bolívar de La Pastora, el comienzo de las épocas más frías de nuestra Caracas.

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