Antonieta Rasquin Mendez
Acelero el paso y bajo lo más rápido posible intentando encontrar con la vista la cola más corta. De un lado una señora con una niña en brazos, esto la hace más lenta. Del otro, dos tipos jóvenes, unos 30 y algo. Aquí me quedo.
Seis minutos
-Ahora solamente vamos a poder comprar un paquete de harina pan a la semana. A este tipo lo van a sacar. Lo sacan -dice en tono bajo el más alto, de lentes, una gran cadena en el cuello y una gorra.
-Yo nunca he votado por ninguno de estos güevones -le responde el más pequeño, sin lentes, sin cadena, pero con un bolsito cruzado.
Comienzo a ver hacia los lados para ver si puedo cambiarme de cola. Ya es muy tarde. Todas llegan hasta la pared verde.
Cinco minutos
-Tengo ganas de ir a comprar unas dos tablas en verduras y frutas -afirma arreglándose el bolsito, su accesorio.
-Yo en esta bolsa llevo 500 y no compré nada -responde mientras levanta la bolsa un poco, sólo un poco.
Otra mirada nunca está de sobra, pero obviamente las colas siguen igual.
Cuatro minutos
-Yo no necesito compañía. Yo enciendo el rancho solo. Agarro mis curdas y cuando ya estoy curdo, me acuesto.
-Yo también, al final lo único claro que queda son las curdas -replica sin dudarlo mientras ajusta sus lentes.
Tres minutos
Tres minutos son nada.
-Cuando escuchas plomo, tienes que empezar a echar plomo también, si no te matan. ¡Yo escucho plomo y echo plomo! -casi que grita mientras ajusta de nuevo su bolsito.
-Yo hago lo mismo -susurra su amigo.
Dos minutos
Esperaba que no, pero creo que sé qué hay en el bolsito.
-¿Para dónde es que vamos? -pregunta con su gran cadena.
Un minuto
Nos vemos en Antímano.